Oh, María, llena de gracia,
Inmaculada siempre
Virgen María,
Madre de Cristo y Madre Nuestra,
te ofrecemos nuestra humilde y filial voluntad de honrarte
y celebrarte siempre,
con culto especial que reconoce
las maravillas de Dios,
obradas en Ti con una
devoción particular que exprese nuestros
sentimientos más puros,
más humanos, más
generosos, más personales
y que haga resplandecer alto sobre el mundo el ejemplo
atrayente
de la santidad.
Oh María, te
suplicamos nos hagas comprender,
desear y poseer la
pureza del alma y del cuerpo,
en los pensamientos y en las palabras, en el corazón y en el
amor,
enséñanos el recogimiento y la interioridad,
danos la disposición
para escuchar la palabra de Dios,
enséñanos la
necesidad de la oración,
que Dios solo ve en lo secreto.
Obtennos este Don, Oh María, la fe siempre plena,
fuerte, la
fe sincera y viva.
Tú, Oh bienaventurada
que has creído,
confórtanos con tu ejemplo,
obtennos este don.
Y después, Oh María,
solicítanos a tu ejemplo
y tu intercesión la esperanza;
También de esperanza
tenemos necesidad.
Tú resplandeces ahora
ante el pueblo de Dios,
como signo cierto de
esperanza y de consolidación.
Oh María, Madre
Nuestra, enséñanos la caridad, el amor,
el amor a Cristo, el amor único, el amor mortal,
el amor a
los hermanos,
ayúdanos a amar a los
otros, al prójimo como hiciste tú, María.