domingo, 21 de septiembre de 2014

Besamanos a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre









                                          

 Ya termina el mes de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre




Tu nombre es digno de honor, oh María, bendecida en todo tiempo y obra de arte que rinde alabanza a su experto artífice. Oh amable doncella que has recibido el egregio mensaje angélico, tú posees unos dones de belleza que sobrepasan los de cualquier otra persona. Eres la más hermosa de las rosas y tu candor es muy superior al de los lirios. Tú eres la nueva flor de la tierra que el cielo cultiva desde lo alto. Cristal, ámbar, oro, púrpura, esmeralda, cándida perla, allí adonde llega el resplandor de tu hermosura quedan envilecidos los más preciosos metales. La nieve es vencida por tu blancura inmaculada, el sol sobrepujado por la hermosura de tu cabellera; sus rayos, oh Virgen, palidecen frente a tu belleza; el brillo del rubí se apaga y el resplandor del lucero del alba queda oscurecido ante ti que en todo momento aventajas a los astros del firmamento
 
 
 
 
 
 
 
 

sábado, 13 de septiembre de 2014

LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE Conferencia pronunciada en el VI Evento Nacional de Historia: “Iglesia Católica y nacionalidad cubana”. Camagüey, 10 de junio de 2011.


 
 
 
 
 
 

 
 

Desde el hallazgo de la Virgen del Cobre en 1612 se observa un incremento de la devoción hacia ella, principalmente entre los indios y los negros, quienes la asumen como propia (justamente son dos indios y un negro los protagonistas de este hecho). Ahora bien, los negros no podían entrar a la iglesia y asistir a misa junto con los blancos. Solo se les permitía ubicarse detrás del coro. En 1766, el capellán Julián Bravo, quien debió tener en sus manos el documento original (escrito en 1703) de su predecesor, el capellán Onofre de Fonseca, precisa que los devotos de la Virgen de la  Caridad nipense eran “unos pobres moradores todos los más esclavos de Su Majestad, quienes colocaron la imagen en un altar sólo para pobres”. Cuando afirma esto no se refiere en modo alguno a la ermita de Nuestra Señora de Guía Madre de Dios de Illescas, sino a la capilla del hospital, donde se veneraba, en un humilde altar, la imagen de la Virgen de la Caridad hallada en Nipe, único sitio donde podía radicarse el culto mestizo a la Virgen María, dado que allí sí podían entrar los indios y los negros, de ahí la invocación de la Virgen del Cobre, en referencia al hospital, como “Virgen de la Caridad y Remedios”.

Llegados a este punto podemos puntualizar dos cosas; primero: en la ermita del cerro la advocación que existía antes de 1620 era la de Nuestra Señora de Guía Madre de Dios de Illescas ; en segundo lugar: la imagen de la Virgen de la Caridad hallada en la bahía de Nipe no se consideraba propiedad del Real de las Minas, sino que era relegada a una devoción de “esclavos de Su Majestad”, de ahí que la Virgen del Cobre no conste en el Inventario Real cuando Sánchez de Moya deja la administración de las minas.


.En 1637 un temporal destruye la ermita del Cerro de la Mina. Al ser reconstruida, la nueva ermita no será dedicada nuevamente a Nuestra Señora de Guía Madre de Dios de Illescas, de cuya advocación e imagen no existen más referencias después del inventario de Sánchez de Moya, bien fuese porque fuera de su propiedad, y la llevara consigo al abandonar las minas en 1620, bien porque la misma sufriera daños irreparables cuando el temporal destruyó la ermita en 1637. Lo cierto es que a partir de estas fechas, la nueva ermita, concluida ya antes del año 1648, comenzará a cobijar bajo su techo la imagen de la Virgen de la Caridad hallada en Nipe, la cual se encontraba, hasta esos momentos, en el hospital de pobres.

 En la ermita, junto a la Virgen de la Caridad, serán colocadas otras dos imágenes marianas: la Concepción y la Candelaria, cada una con sus respectivas coronas de plata y una pequeña lámpara del mismo metal, aunque, precisa un inventario ordenado por el monarca en 1648: “todas (las coronas) son de la Madre de Dios de la Caridad”. Es decir, la Virgen de la Caridad del Cobre, una vez instalada en la ermita del Cerro de la Mina (lugar donde se alza en la actualidad su Basílica y Santuario Nacional), no sólo reemplaza a Nuestra Señora de Guía Madre de Dios de Illescas –de quien no existe más referencias en el lugar– sino que como afirmara la doctora Olga Portuondo, comienza la absorción de las otras dos vírgenes para terminar por reinar ella sola en el sitio. El referido inventario de 1648 habla de “una nueva ermita en lo alto del cerro, reconstruida, cubierta de tejas y de la que se dice que es la casa de Nuestra Santísima Virgen de la Caridad”.

En el año 1655 la ermita es consagrada definitivamente a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. En 1679 se concluye la construcción de un templo mayor. Para estas fechas, El Cobre se había convertido ya en un hervidero de peregrinos procedentes de Santiago de Cuba y de otras regiones.
 
 
 

   V
 La Virgen de la Caridad del Cobre es una imagen de bastidor: su cuerpo es de madera hasta la cintura, con seis varillas que en la actualidad soportan la imagen. Tiene en su mano izquierda un Niño Jesús, y en su mano derecha una cruz. Una de sus características más significativas es la semiluna invertida que le fue colocada en la peana que la sostiene, y que se le colocara con posterioridad a su hallazgo, en algún momento anterior a 1766.

 La cabeza de la Virgen de la Caridad está confeccionada de una especie de pasta vegetal o de maíz. Este dato fue corroborado por el arzobispo emérito de Santiago de Cuba, monseñor Pedro Meurice, principal artífice de la restauración realizada a la imagen en 1982. Al respecto monseñor Meurice refirió: “Se trabajó con sumo cuidado en el rostro, su pequeño rostro que parece estar confeccionado por una pasta de maíz, material éste muy usado en aquella época en América para confeccionar imágenes… una pasta que se vuelve tan dura como la madera o más. El tronco es de madera, los brazos llegan hasta media pierna, esa es la imagen, de ahí seis varillas que están incrustadas al tronco y descansan en la base”.

El rostro de la Virgen de la Caridad es hermoso y de líneas finas, de un color moreno claro. Como dato distintivo y peculiar la imagen ostenta en su frente un diamante, símbolo, quizás, de una estrella, según opinión de Fernando Ortiz. Este brillante, que se encuentra en la epidermis frontal de la imagen, casi donde comienza el cabello, es algo distintivo de ella; el mismo no se encuentra engarzado en la corona sino que se halla libre. Esta peculiaridad iconográfica no es común observarla en otras imágenes de María. Es un elemento más bien propio de la tradición de los pueblos orientales y no de la católica (tanto la latina como la ortodoxa). ¿Lo poseía la imagen primitiva o la presencia de este elemento es resultado de un proceso aglutinador criollo?

 No lo podemos afirmar. Sin embargo, este diamante ya se encontraba en la frente de la Virgen cuando se produjo el robo sacrílego en 1899. También se observa en el primer grabado (corroborado hasta el momento) que se conserva de la Virgen de la Caridad, realizado por el capellán Julián Bravo en 1766. Este dibujo resulta de singular importancia, pues sirve de referencia para garantizar las características iconográficas originales de la Virgen del Cobre de cara a las eventuales transformaciones que se pudieran objetar, sobre todo después de la destrucción casi total de la imagen en el robo de 1899, y su posterior restauración.

Esta pintura muestra los detalles iconográficos que ostentaba la imagen en el siglo XVII.

Grabado que muestra los detalles antiguos de la imagen (Julián Joseph Bravo, 1766).
 

 Otro dato distintivo de la imagen cobreña son sus manos. Desde las primeras descripciones de ella –incluída la de Juan Moreno, existe unanimidad con respecto a la presencia del Niño Jesús en su mano izquierda. No hay acuerdo, sin embargo, en cuanto a la existencia de la cruz que porta. No obstante, fuese una cruz, un cetro u otro aditamento, de lo que sí no existe duda alguna es que la imagen primitiva tenía algo en su mano derecha.

 Así lo confirma en 1703 el capellán Onofre de Fonseca: “cuando se apareció esta divina Señora traía en la mano derecha una señal o agujero igual al que tienen los crucifijos en las suyas: novedad que notándola el ermitaño Melchor de los Remedios… sin consultar a nadie, llamó a un pintor que estaba avecindado en el mismo pueblo, de apellido Méndez, e hizo que este le tapara dicho agujero”. Especifica el capellán Onofre de Fonseca que Francisco de Peón de Orozco, canónico de la Catedral de Santiago de Cuba, increpó el hecho diciendo: “en estos asuntos no debió tan ligeramente haber procedido, sin dar parte a quienes podían determinar en ellos”. En la misma línea el capellán Julián Bravo expresa que al producirse el hallazgo de la imagen de la Virgen en Nipe “en la mano derecha trajo, a la manera de Santo Cristo, medio a medio de la palma, un agujero, algunos por esta causa la llaman ‘la manirrota’.”

Será la semiluna infraversa (con las puntas hacia abajo) que aparece en la base de la peana –presente ya en el dibujo de Julián Bravo, 1766–, el signo distintivo de la Virgen de la Caridad. Durante los 400 años transcurridos desde su hallazgo, los pintores y artesanos han colocado al Niño Jesús unas veces en el brazo izquierdo de la Virgen, y otras en el derecho. Algo similar ha ocurrido con la cruz, obviándola en ocasiones. La semiluna constituye uno de los símbolos más genuinos de la Virgen del Cobre. Bástenos hacer un dibujo a mano alzada consistente en una especie de triángulo con un círculo encima, y nadie sabrá qué cosa es; pero, si a ese dibujo le añadimos una semiluna infraversa en la base del boceto triangular, cualquier cubano reconocerá en él a la Virgen de la Caridad del Cobre. Muchos diseñadores han realizado logotipos de la Virgen basados precisamente en este diseño, incluso el propio logotipo del cuatricentenario no se aleja mucho de él.

 Salvo un minoritario grupo de imágenes marianas que presentan la luna en posición infraversa, la mayor parte de las representaciones tradicionales de la Virgen María que ostenta la luna a sus pies –según la visión del Apocalipsis– es en forma supraversa, es decir, con las puntas hacia arriba, generalmente en fase de cuarto creciente. La propia Virgen de la Caridad de Illescas luce el símbolo lunar de modo supraverso. Así, en las famosas Inma-culadas de Murillo las semilunas aparecen en una posición de creciente montante: la Virgen se nos presenta con un pie sobre la luna supraversa, mientras que el otro aplasta la cabeza de una serpiente –según la profecía del Génesis–.

La colocación de semilunas a los pies de la Virgen (aún de modo supraverso), si bien lo observamos en alguna que otra imagen antigua, no será hasta el año 1571, con la victoria de Lepanto, que alcanzará su máxima difusión como señal iconográfica de la  Imagen de la Virgen de la Caridad con los ornamentos que luce en la actualidad.

 La victoria de las tropas cristianas contra los turcos, cuyo principal emblema es precisamente el semilunar. Recordemos que cuando Constantinopla cae en mano de los otomanos en el año 1453, el primer acto que realiza el ejército turco, como señal de victoria, es quitar la cruz que la emblemática Catedral de Santa Sofía de Constantinopla ostentaba en su cúpula, para colocar en su lugar una semiluna, la cual se ha mantenido intocable hasta el día de hoy.

 Ni la heráldica ni la imaginería católica tradicional, explican la razón de la luna invertida observada en la base de la Virgen de la Caridad del Cobre. Tampoco lo hace la visión del Apocalipsis, que se limita a referir la visión de “una mujer vestida de sol con la luna a sus pies”; pero no especifica su posición. Hay un dato matemático, o astronómico, para ser más exactos (no es histórico precisamente ni tampoco de carácter simbólico o alegórico), de que la visión de una mujer vestida de sol con la luna a sus pies –es decir una conjunción del sol y la luna al unísono– sólo permitiría observar la luna, desde la tierra, en forma de semiluna infraversa, tal y como la que ostenta en su peana la Virgen de la Caridad del Cobre.

Más allá de estas quintaesencias matemáticas, la posición infraversa de la semiluna de la Virgen de la Caridad bien pudiera explicarse a partir de las influencias animistas indias o africanas, no olvidemos que los juegos de pelota de los indocubanos eran ritos lunares, hecho que se observa también en otras culturas precolombinas. Entre los aborígenes cubanos no era raro que los caciques utilizaran como Guanín (accesorio mágico-religioso) diversas piezas metálicas ornamentales, consistentes en una aleación, en forma de media luna balanceada en su medio (con las puntas hacia abajo para que pudieran balancearse). Estaban compuestas en un 80 por ciento de oro, y en un 20 por ciento de cobre. Este Guanín también se utilizaba en las iniciaciones místicas de los aborígenes mesoamericanos y sura-mericanos. Poseerlo anunciaba la virtud de su dueño, el conocimiento de los secretos de la comunicación con la naturaleza y el dominio de las fuerzas mágicas.

 De ahí que la visión de la Virgen sobre una semiluna infraversa –que dada su desproporcionada forma y tamaño bien podría asociarse a un Guanín– pudiera ser interpretada por los indígenas como señal de supremacía. De este modo, el Hijo y la cruz que ella les ofrece son vistos por encima de sus deidades, principalmente sobre Atabex (o Atabey), a quien vinculaban con la luna y reconocían como dueña de las aguas. Según la cosmovisión indígena, la posición de la Virgen, de pie sobre la luna, personificaba el triunfo de María sobre Atabex, diosa madre del ser supremo indígena. El detalle iconográfico de la semiluna infraversa bien pudiera explicar, en consecuencia, la rápida asimilación y propagación de la devoción a la Virgen de la Caridad entre nuestros aborígenes, populosos en el Hato de Barajagua y sus alrededores, pues les hablaba “en su propio idioma” (algo similar ocurrió con la Virgen de Guadalupe en México).

 Desde el punto de vista de la tradición africana, Fernando Ortiz refiere el criterio de un anciano negro de 107 años de edad, Ta-Francisco, perteneciente a la sociedad local africana “la divina Caridad”, quien afirmaba que “la Virgen del Cobre aparece sobre una luna con las puntas hacia abajo, porque la Virgen del Cobre tiene más potencia que la luna”. Además el Ta-Francisco refiere que este concepto lo tiene desde su niñez, “en cuya época era conocido por todos sus compañeros”. Otra opinión, recogida también por Fernando Ortiz, se hace eco de la tradición que refiere que “cuando se apareció la Virgen, la tempestad cesó. Ya la Virgen apoyaba sus pies en el arcoiris. No hay pues tal luna con las puntas hacia abajo. Se trata sencilla y lógicamente del arcoiris que aparece después de la tormenta y que la Virgen tomó como base, por ser el lugar más luminoso de aquel oscuro espacio”.

 VI

 Llegados a este punto y siguiendo el método socrático o de demostración lógica de una indagación, tenemos que:

 1. El hallazgo en 1612 de una imagen de la Virgen María flotando en Nipe, la cual fue recogida por dos indios y un niño negro esclavo, no es algo que entre en el terreno de la tradición, de la leyenda o del mito, sino que la historicidad del hallazgo (más allá de la intríngulis del origen de la imagen en sí misma), es un hecho históricamente documentado.

 2. De igual modo, la presencia del capitán Sánchez de Moya, natural de Toledo, al frente de las minas de El Cobre, es un hecho avalado por cédulas reales y otros documentos.

 3. Si lo anterior es cierto, se desprende que sea a Sánchez de Moya a quien se le encomiende la construcción de la iglesia parroquial de El Cobre, y que él mismo se tome la prerrogativa de construir y/o autorizar la edificación de una ermita a la Virgen María, bajo la advocación toledana de Nuestra Señora de Illescas.

 4. Si en realidad Sánchez de Moya era el administrador de las minas, se explica que cuando subordinados suyos se enfrentan, contra toda previsión, al hecho del hallazgo en Nipe, éste les ordene que la imagen hallada sea trasladada a El Cobre, territorio bajo su jurisdicción.

 5. Si este traslado se concretó, ello evidencia que el mismo se realizó con el beneplácito de Sánchez de Moya y de las autoridades eclesiásticas; la imagen fue nominalmente referida como Virgen Santísima, Divina Señora de la Caridad, Nuestra Señora, u otros apelativos homólogos.

 6. Si estas denominaciones primigenias, recogidas por los documentos de la época (conservados en el Archivo de Indias de Sevilla) son históricamente ciertas, ello es señal de que la imagen hallada no fue aclamada nominalmente como Nuestra Señora de Illescas, presente ya en la ermita del Cerro. De esta manera, se justifica la inexistencia de informes históricos que expresen que Sánchez de Moya exultó de júbilo (como hubiera sido de esperar si la imagen nipense fuese la advocación de su natal Toledo); evidencia de que el hallazgo no fue considerado ni reverenciado por él (ni por ningún ibérico) como un “milagro”, un “prodigio” o una “gracia” de Nuestra Señora de la Caridad de Illescas.

 7. Si lo anterior es cierto, entendemos porqué las fuentes hablan siempre de “Hallazgo de la Virgen de la Caridad” en Nipe, y nunca de “Hallazgo de la Virgen de la Caridad de Illescas en aguas cubanas”.

8. Si esas fuentes son dignas de crédito, entendemos porqué los primeros capellanes de la Virgen nipense describen la devoción hacia ella como algo propio de indios y negros, “los más esclavos de Su Majestad”, lo cual permite inferir que la advocación nipense no era reverenciada por los españoles.

 9. Si ello es cierto, la identificación u homologación de la Virgen de la Caridad hallada en Nipe con la toledana Virgen de la Caridad de Illescas carece de fundamentos históricos. Enunciar lo contrario, más allá de las opiniones expresadas por algunos autores en el siglo XX (particularmente después de la substancial transformación iconográfica realizada a la Virgen de Illescas en el año 1884), requeriría, más que enunciados u opiniones subjetivas, pueblas objetivas que propugnen un diálogo serio con la historia que dé como resultado la impugnación, refutación e invalidación histórica de los protocolos y autos notariales conservados en el Archivo de Indias de Sevilla.

 10. En virtud de lo precedente, dado que para cualquier temática es posible urgir razones en pro y en contra, invitamos, antes de rubricar cualquier conclusión, a una reflexión basada en la racionalidad y la objetividad científica e histórica.

 
 VII

 ¿Cuál es, pues, el origen de la imagen hallada en la bahía de Nipe?

 Al respecto hay tres variantes, que los estudiosos han identificado como “las tres hipótesis”.

1. Un celestial portento (la hipótesis de la aparición inexplicable).

 2. El origen hispano (la hipótesis del origen español).

 3. Una imagen aglutinadora de los elementos indígenas, africanos e hispanos (la hipótesis del origen autóctono).

 Con respecto a la primera variante, al celestial portento, ello constituye algo metahistórico sobre lo cual nada podemos afirmar o negar absolutamente, máxime si tenemos en cuenta que estamos hablando de un hallazgo y no de una aparición. De ahí que la intríngulis de lo que realmente ocurrió –previo al momento de su hallazgo en la bahía de Nipe– sea una realidad que, dada la propia materialidad de la imagen, no podemos aseverar ni refutar (condicionante válida también para la segunda y tercer variantes).

 Con respecto al origen hispano –segunda variante– es innegable su influjo. España siempre ha sido una tierra fecunda con respecto a la devoción mariana, no en balde muchos la han catalogado como la tierra de María. De los misioneros españoles se recibió en Cuba, como en el resto de la América hispana, la fe en Cristo y la devoción a su Santa Madre. Sin embargo, una cosa es la fe recibida y otra bien distinta lo constituye la afirmación de que la imagen de la Virgen del Cobre haya sido elaborada en la península ibérica, en Flandes o en Alemania, como algunos han afirmado, incluyendo el propio Fernando Ortiz, quien menciona nominalmente estos tres países. No obstante, ante la hipótesis del origen europeo de la imagen tenemos el agravante del material usado en la confección de su rostro, el maíz u otro vegetal, algo exclusivo de las culturas precolombinas (aparte de que el maíz no es oriundo de Europa), así como otros elementos distintivos, dígase el diamante de la frente, la casi circular semiluna infraversa observada en el dibujo de Bravo, y otros elementos que son más bien propios de la tradición indígena, e incluso de la africana, que de las procedentes de otras latitudes.

 La Virgen de la Caridad del Cobre no es, pues, un mero traslado a Cuba de la devoción a Nuestra Señora de Guía Madre de Dios de Illescas. Primero, porque no coinciden las características iconográficas que ostentaba la Virgen de la Caridad de Illescas en 1612 con las que presenta la Virgen del Cobre en el momento de su hallazgo; segundo, porque los propios españoles, incluyendo el toledano Francisco Sánchez de Moya (y las autoridades eclesiásticas), nunca vieron en la imagen cobreña una copia (ni siquiera figurada) de la illescana, relegándola a una devoción propia de indios y negros. Tercero, porque la Virgen de la Caridad del Cobre y la Virgen de la Caridad de Illescas, salvo la genérica y extendida advocación de “La Caridad”, sólo coinciden en la actualidad (siglos atrás ni siquiera en ello) en la forma casi triangular del manto, modificado en más de una ocasión, tanto en una como en la otra, pero particular y pronunciadamente en la de Illescas (sobre todo a partir del siglo XVII). Y por último, la existencia del Niño Jesús en su brazo izquierdo, elemento que nada dilucida, pues ello es común en las imágenes marianas e, incluso, la representación de la madre con el hijo en brazos no es algo exclusivo del cristianismo, sino que se observa también en otras religiones, algunas de ellas politeístas (baste citar a la Isis egipcia).

 VIII

 La Virgen de la Caridad del Cobre, para ir concluyendo, no es, pues, ni india, ni africana, ni hispana... Aunque, paradójicamente, indios, negros y blancos se sienten representados en ella, como fusión mística que da lugar a una realidad nueva y autóctona, una realidad que nace de una identidad enraizada y originaria, una espiritualidad nueva: la criolla, la cubana. Desde el instante de su propio hallazgo la Virgen de la Caridad es cubana, antes de que exista Cuba como nación.

 No olvidemos que la elección de cuáles serían nuestros símbolos patrios fue algo pugnado en su momento, sin excluir de esa pugna cuál sería nuestra propia enseña nacional, algo dilucidado sólo en la Asamblea de Güaimaro, más por acuerdo que por convencimiento. Sin embargo, el reconocimiento, la génesis misma de quién sería la Patrona de Cuba –y esto debemos enfatizarlo bien– no fue algo que provino de la Iglesia, sino del pueblo cubano. No fue la metrópoli española, no fue el Patronato Regio, ni mucho menos la Iglesia Católica, quienes impusieron a los cubanos la veneración a la Virgen de la Caridad del Cobre, sino todo lo contrario: fue el pueblo quien interiorizó, hizo suya e “impuso” esa veneración. Bástenos retornar al inicio y ver que serán los veteranos de nuestras Guerras de Independencia, y no la Iglesia, quienes piden a la Sede Apostólica que la Virgen de la Caridad del Cobre fuera declarada Patrona de Cuba, sabedores de que bajo su maternal manto se resumían las aspiraciones más nobles de todos los cubanos.

 

 *Conferencia pronunciada en el VI Evento Nacional de Historia: “Iglesia Católica y nacionalidad cubana”. Camagüey, 10 de junio de 2011. (FRAGMENTO)
 
 
 
 

IMAGEN DE LA SANTISIMA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL NAVARIEGU
 
 
 
 
 
 
 
 

lunes, 8 de septiembre de 2014

SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO A LA CARIDAD DEL COBRE











Vaticano, 8 de septiembre de 2014

Querido Hermano:

Hace pocos días, la venerada Imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre fue colocada en los Jardines Vaticanos. Su presencia constituye un recuerdo evocador del afecto y la vitalidad de la Iglesia que peregrina en esas luminosas tierras del Caribe, que, desde hace más de cuatro siglos, se dirige a la Madre de Dios con ese hermoso título. Desde las montañas de El Cobre, y ahora desde la Sede de Pedro, esa pequeña y bendita figura de María, engrandece el alma de quienes la invocan con devoción, pues Ella nos conduce a Jesús, su divino Hijo.

Hoy que se celebra con fervor la fiesta de María Santísima, la Virgen Mambisa, me uno a todos los cubanos, que ponen sus ojos en su Inmaculado Corazón, para pedirle favores, encomendarles a sus seres queridos e imitarla en su humildad y entrega a Cristo, de quien fue la primera y mejor de sus discípulos.

Cada vez que leo la Escritura Santa, en los pasajes en que se habla de Nuestra Señora, me llaman la atención tres verbos. Quisiera detenerme en ellos, con el propósito de invitar a los pastores y fieles de Cuba a ponerlos en práctica.

El primero es alegrarse. Fue la primera palabra que el arcángel Gabriel dirigió a la Virgen: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). La vida del que ha descubierto a Jesús se llena de un gozo interior tan grande, que nada ni nadie puede robárselo. Cristo da a los suyos la fuerza necesaria para no estar tristes ni agobiarse, pensando que los problemas no tienen solución. Apoyado en esta verdad, el cristiano no duda que aquello que se hace con amor, engendra una serena alegría, hermana de esa esperanza que rompe la barrera del miedo y abre las puertas a un futuro prometedor. «Yo soy la Virgen de la Caridad», fue lo que leyeron los tres Juanes en la tablilla que flotaba en la Bahía de Nipe. Qué lindo sería si todo cubano, especialmente la gente joven, pudiera decir lo mismo: «Yo soy un hombre de la caridad»: vivo para amar de veras, y así no quedar atrapado en la espiral nociva del ojo por ojo, diente por diente. Qué alegría siente el que ama auténticamente, con hechos diarios, y no es de los que abunda en palabras vacías, que se lleva el viento.
El segundo verbo es levantarse. Con Jesús en su seno, dice san Lucas que María se levantó y con prontitud fue a servir a su prima Isabel, que en su ancianidad iba a ser madre (cf. Lc 1, 39-45). Ella cumplió la voluntad de Dios poniéndose a disposición de quien lo necesitaba. No pensó en sí misma, se sobrepuso a las contrariedades y se dio a los demás. La victoria es de aquellos que se levantan una y otra vez, sin desanimarse. Si imitamos a María, no podemos quedarnos de brazos caídos, lamentándonos solamente, o tal vez escurriendo el bulto para que otros hagan lo que es responsabilidad propia. No se trata de grandes cosas, sino de hacerlo todo con ternura y misericordia. María siempre estuvo con su pueblo en favor de los pequeños. Ella conoció la soledad, la pobreza y el exilio, y aprendió a crear fraternidad y hacer de cualquier lugar en donde germine el bien la propia casa. A Ella le suplicamos que nos dé un alma de pobre que no tenga soberbia, un corazón puro que vea a Dios en el rostro de los desfavorecidos, una paciencia fuerte que no se arredre ante las dificultades de la vida.

El tercer verbo es perseverar. María, que había experimentado la bondad de Dios, proclamó las grandezas que él había hecho con Ella (cf. Lc. 1, 46-55). Ella no confió en sus propias fuerzas, sino en Dios, cuyo amor no tiene fin. Por eso permaneció junto a su Hijo, al que todos habían abandonado; rezó sin desfallecer junto a los apóstoles y demás discípulos, para que no perdieran el ánimo (cf. Hch 1,14). También nosotros estamos llamados a permanecer en el amor de Dios y a permanecer amando a los demás. En este mundo, en el que se desechan los valores imperecederos y todo es  mudable, en donde triunfa el usar y tirar, en el que parece que se tiene miedo a los compromisos de por vida, la Virgen nos alienta a ser hombres y mujeres constantes en el buen obrar, que mantienen su palabra, que son siempre fieles. Y esto porque confiamos en Dios y ponemos en Él el centro de nuestra vida y la de aquellos a quienes queremos.

Tener alegría y compartirla con los que nos rodean. Levantar el corazón y no sucumbir ante las adversidades, permanecer en el camino del bien, ayudando infatigablemente a los que están oprimidos por penas y aflicciones: he aquí las lecciones importantes que nos enseña la Virgen de la Caridad del Cobre, útiles para el hoy y el mañana. En sus maternas manos pongo a los pastores, comunidades religiosas y fieles de Cuba, para que Ella aliente su compromiso evangelizador y su voluntad de hacer del amor el cimiento de la sociedad. Así no faltará alegría para vivir, ánimo para servir y perseverancia en las buenas obras.

A los hijos de la Iglesia en Cuba les pido, por favor, que recen por mí pues lo necesito.
Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide siempre.

Fraternalmente,

Franciscus






ALTAR DE LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL NAVARIEGU













Salve, salve, delicias del cielo

Virgen pura, suprema beldad,

salve excelsa Patrona de Cuba

Madre hermosa de la Caridad.

 

Si de Cuba en las bellas comarcas

elegiste, Señora, un altar,

para hacer la mansión de prodigios

y a tus hijos de dicha colmar.

 

Cuando el llanto era el pan de tus hijos

y su vida terrible ansiedad,

eras tú, dulce Madre, la estrella,

que anunciaba la aurora de paz.

 

No abandones ¡oh! Madre, a tus hijos,

salva a Cuba de llantos y afán,

y tu nombre será nuestro escudo,

nuestro amparo, tus gracias serán.

 

R. Rafolís
 
 
 
 









VIRGEN DE LA CARIDAD 8-9-2014

 
 
 
 



NO APARTES, VIRGEN SANTA  DE LA CARIDAD,
 TU DULCE MIRADA EN TODO  ESTE MES DE NUESTROS  HOGARES
 Y DE NUESTRO PUEBLO
 LÍBRANOS  DE LOS INFORTUNIOS,  DEL HAMBRE,  DE LAS ENFERMEDADES,  DE LOS ENFRENTAMIENTOS  Y DIVISIONES,  Y NO PERMITAS QUE POR EL PECADO NOS SEPAREMOS  DEL AMOR INFINITO DE TU DIVINO HIJO JESUCRISTO. AMÉN
 
 
 
 
 

domingo, 7 de septiembre de 2014

DIA DE LA SANTISIMA VIRGEN DE LA CARIDAD¡¡¡









 
 
 
 

ORACION A LA SANTISIMA VIRGEN DE LA CARIDAD
 
Oh, Santísima Virgen de la Caridad del Cobre,
 Madre mía y señora Soberana,
 con cuanta alegría acudo a postrarme a tus pies!
 Virgen de los milagros!, como te llamaban nuestros mayores;
 cura a los enfermos,
 consuela a los afligidos,
 da ánimos a los desesperados,
preserva de toda desgracia a las familias,
 protege a la juventud,
 ampara a la niñez.
 Nadie puede publicar dignamente las maravillas
 que obras cada día en favor de las almas que te invocan,
 justificando así la confianza y el amor que le profesan todos tus hijos!
 Desde tu santuario del Cobre Venerable Virgen de la Caridad,
 se siempre el manantial de todas las gracias.
 
Amen
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

miércoles, 3 de septiembre de 2014

NOVENA A LA SANTISIMA VIRGEN DE LA CARIDAD

 
 
 
 
 






Oración de inicio

 

Acordaos, oh piadosísima Virgen María!,

que jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya acudido a Vos,

 implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos.

Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes,

y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados

me atrevo a comparecer ante Vuestra Santísima presencia soberana.

No desechéis oh purísima Madre de Dios mis humildes súplicas,

 antes bien, escuchadlas favorablemente.

 Así sea.

 

 

Día Primero (30 de agosto)

 

¡Dios te salve!

¡Cuánto se alegra mi alma, amantísima Virgen,

con los dulces recuerdos que en mí despierta esta salutación!

Llénase de júbilo mi corazón al pronunciar el Ave María,

para acompañar el gozo que llenó tu espíritu al escucharla de boca del Ángel,

congratulándose así de la elección que de ti hizo el Omnipotente para darnos al Señor.

 

Día segundo: (31 de agosto)

 

¡María, nombre santo!

Dígnate, amabilísima Madre, sellar con tu nombre el memorial de nuestras súplicas,

dándonos el consuelo de que tu Hijo, Jesús, las atienda benignamente para alcanzar pleno convencimiento en la práctica de nuestros deberes religiosos, sólida confirmación en las virtudes cristianas y continuas ansias de nuestra eterna salvación.

 

Día tercero: (1 de septiembre)

 

Llena de Gracia,

¡Oh dulce Madre! Dios te salve, María, sagrario riquísimo en que descansó corporalmente la plenitud de la Divinidad: a tus pies nos presentamos hoy para que la gracia de Dios se difunda abundantemente en nuestras pobres almas, las purifique, las engrandezca y cada día aumente más en ellos el verdadero amor a Dios y a nuestros hermanos.

 

Día cuarto: (2 de septiembre)

 

 El Señor es contigo:

 ¡Oh Santísima Virgen! Aquel inmenso Señor, que por su esencia está en todas las cosas,

 está en ti y contigo de un modo muy superior. Madre mía, venga por ti a nosotros.

 Pero ¿cómo ha de venir a un corazón lleno de tanta suciedad.

Aquel Señor que para hacerte habitación suya quiso,

con tal prodigio, que no perdieses, siendo madre, tu virginidad?

¡Oh muera en nosotros toda impureza!

 

Día quinto: (3 de septiembre)

 

Bendita tú eres entre todas las mujeres.

Tú eres, oh Santísima Virgen María, la gloria de Jerusalén,

tú eres la alegría de Israel, tú eres el honor de nuestro pueblo.

Si por una mujer, Eva, tantas lágrimas se derramó en el mundo,

por ti nos llegó la redención. Por esto, tú serás siempre bendita.

Alcánzanos una fe viva y operante para considerar e imitar las grandes obras que en ti y por ti obró Dios.

 

Día sexto: (4 de septiembre)

 

Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Deploramos grandemente, purísima Virgen y amantísima Madre,

que hayamos cometido tantos pecados, sabiendo que ellos hicieron morir en tu cruz a tu Hijo.

Sea el fruto de nuestra oración,

que no cesamos de llorarlos hasta poder bendecir eternamente a Jesús,

fruto bendito de tu vientre virginal.

 

Día séptimo: (5 de septiembre)

 

Santa María, Madre de Dios.

Tu mayor título de grandeza, tu mayor dignidad,

oh María es haber sido elegida para Madre de Jesucristo, Hijo de Dios.

De esta elección divina proceden todas tus gracias y prerrogativas.

No olvides nunca que también fuiste designada por tu Divino Hijo,

al pie de la cruz, como Madre espiritual nuestra.

Que nunca nos falten fuerzas para mostrarnos como dignos hijos tuyos.

 

Día octavo: (6 de septiembre)

 

Ruega por nosotros, pecadores.

En ti Virgen María, como en alcázar nos refugiamos.

Aunque el vértigo de la vida y los enemigos del alma nos hayan despojado

o puedan despojarnos de las preciosas vestiduras de la gracia,

alejándonos de ti y de tu amado Hijo,

 nunca nos cierres las puertas de Sagrado Corazón.

 

Día noveno: (7 de septiembre)

 

Ahora y en la hora de nuestra muerte .

Siempre estamos expuestos a perder la gracia de Dios y condenarnos.

Haced, Santísima Virgen María,

que por vuestra intercesión nunca perdamos el favor de Dios;

que en esta difícil lucha por la vida encontremos en ti la protección maternal

que tanto necesitamos y una Abogada en la hora de nuestra muerte.

 

 

Pídase el favor que se desea conseguir.

 

 

Oración Final

 

Oh, Señora mía, Oh Madre mía, yo me entrego del todo a ti;

Y en prueba de mi filial afecto,

te consagro en este día mis ojos,

mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy tuyo,

Oh Madre de piedad,

guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya.

Amén.