Salve, salve, delicias del cielo
Virgen pura, suprema beldad,
salve excelsa Patrona de Cuba
Madre hermosa de la Caridad.
Si de Cuba en las bellas comarcas
elegiste, Señora, un altar,
para hacer la mansión de
prodigios
y a tus hijos de dicha colmar.
Cuando el llanto era el pan de
tus hijos
y su vida terrible ansiedad,
eras tú, dulce Madre, la
estrella,
que anunciaba la aurora de paz.
No abandones ¡oh! Madre, a tus
hijos,
salva a Cuba de llantos y afán,
y tu nombre será nuestro escudo,
nuestro amparo, tus gracias
serán.
R. Rafolís
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